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Pintor barroco holandés de prestigio universal y uno de los más significativos artistas de este período. Su nombre era Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Su estilo reflejó un genio sorprendente, maestro del dibujo, diseñador de países deslumbrantes, fino analista de los hombres con sus figuras inmortales llena de realismo y de humanidad.
Entre sus cuadros religiosos más inolvidables están "El cegamiento de Sansón", "La novia judía", "Bathsheba", Jacob bendiciendo a Efraím y a Manasés", tal vez los mejores entres sus más de 600 cuadros que se le atribuyen.
Las obras de tema bíblico fueron numerosas, casi la tercera parte de su portentosa producción, algo sorprendente en la Holanda protestante de su siglo. Muchas de ellas son de un intenso dramatismo, muy del gusto barroco. Un ejemplo único de este estilo es "La cena de Emaús". Y otro se halla en "José y la mujer de Putifar". Inolvidable resulta "El regreso del hijo pródigo". En algunos dibujos el genio de Rembrandt se acerca a la pintura, como en "El hallazgo de Moisés", o "Natán reprochando a David su pecado".
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